El filósofo
y sociólogo alemán Max Weber en su libro: LA ÉTICA PROTESTANTE Y EL ESPÍRITU
DEL CAPITALISMO, nos ofrece en el capítulo 2 del libro una ilustración provisoria
de lo que se puede entender como el espíritu del capitalismo.
Portada
de la edición de 1934 de
|
Weber
cita unas máximas Benjamín
Franklin que a su
parecer le resulta indispensable para comprender el objeto de su investigación y
que cuyo contenido, libre de toda relación
directa con lo religioso, contiene en parte el espíritu del capitalismo:
“Ten en cuenta que el tiempo es
dinero. Quien podría ganar diez chelines por día con su trabajo y se dedica a
pasear la mitad del tiempo, o quedarse ocioso en su habitación, aunque destine
tan solo seis peniques para su esparcimiento, no debe calcular sólo esto. En
realidad son cinco chelines más los que ha gastado, o mejor dicho, desperdiciado”.
Benjamin Franklin 1767 |
“Ten en cuenta que el dinero es
de naturaleza fecunda y fructífera. El dinero puede engendrar más dinero; los
descendientes pueden engendrar aún más y así sucesivamente. Cinco chelines bien
colocados se convertirán en seis; vueltos a colocar serán siete chelines y tres
peniques, y así hasta llegar a cien libras esterlinas. Mientras más dinero haya
disponible, tanto más producirá ese dinero al invertirlo y el beneficio aumentará
con una rapidez cada vez mayor. Quien mata una cerda, aniquila a todos sus
miles de descendientes. Quien mata una moneda de cinco chelines, asesina (!)
todo cuanto habría podido producirse con ella: pilas enteras de libras
esterlinas”.
“Ten en cuenta que — según el
refrán — un buen pagador es el dueño de la bolsa de todo el mundo. Quien sea
reconocido como pagador puntual en el plazo convenido siempre podrá disponer
del dinero que a sus amigos no les hace falta”.
“Esto puede ser muy beneficioso.
Además de la laboriosidad y la mesura, no hay nada que contribuya más al
progreso de un hombre joven que la puntualidad y la rectitud en todos sus
negocios. Por ello, nunca retengas el dinero que has pedido prestado ni por una
hora más de la convenida a fin de que el enojo de tu amigo no te cierre su
bolsa para siempre".
"Hay que cuidar los actos, aún
los más triviales, que pueden influir sobre el crédito de una persona. El golpe
de tu martillo sobre el yunque, escuchado por tu acreedor a las cinco de la
mañana o a las ocho de la noche, lo dejará conforme por seis meses. Pero si te
ve en la mesa de billar u oye tu voz en la taberna a la hora en que debieras
estar trabajando, no dejará de recordarte tu deuda a la mañana siguiente y te exigirá
el pago antes de que hayas podido reunir el dinero”.
“Aparte de ello, debes demostrar
que recuerdas tus deudas. Esto te hará aparecer como un hombre tanto puntilloso
como honrado, lo cual multiplicará tu crédito”.
“Ten cuidado de no considerar
como de tu propiedad todo lo que posees y de no vivir conforme a esa idea.
Muchas personas que gozan de crédito caen en esa ilusión. Para prevenirla,
lleva con exactitud la cuenta de tus gastos e ingresos. Si te tomas el trabajo
de prestarle atención a los detalles advertirás que los gastos más
increíblemente insignificantes se convierten en grandes sumas, y te darás
cuenta de lo que pudiste haber ahorrado y de lo que en el futuro todavía se
puede ahorrar...”.
“Por seis libras esterlinas
anuales puedes tener el usufructo de cien libras, a condición de ser una
persona de reconocida capacidad y honradez. El que diariamente derrocha un
centavo está malgastando seis libras anuales y este es el costo por el uso de
cien. Quien desperdicia su tiempo en una fracción equivalente a un centavo (lo
cual puede consistir en perder sólo un par de minutos) malogra con el correr de
los días la prerrogativa de beneficiarse con cien libras al año. Aquel que desaprovecha
un tiempo que vale cinco chelines, pierde cinco chelines como si los hubiera
tirado al mar. Quien perdió cinco chelines, no sólo ha perdido esa suma sino
que ha perdido todo lo que podría haber ganado con ella en una actividad
lucrativa; algo que puede llegar a convertirse en un monto considerable cuando
el joven hombre llega a una edad avanzada."
Por último
pondré aquí un texto del mismo libro que vale la pena citar de forma completa:
El "impulso
emprendedor", el "afán de lucro", la ambición de ganar dinero,
la mayor cantidad posible de dinero, todo ello, en sí mismo, no tiene nada que
ver con el capitalismo. Este afán existió y existe en camareros, médicos,
cocheros, artistas, prostitutas, funcionarios corruptos, soldados, asaltantes,
caballeros cruzados, tahúres, mendigos — podría decirse que en all sorts and
conditions of men, (en toda clase y condiciones de hombres) en todas las épocas
de todos los países de la tierra en dónde haya existido la posibilidad objetiva
de lucrar. En materia de historia cultural resulta elemental abandonar de una
vez por todas esta concepción infantil. El afán de lucro ilimitado no es en lo
más mínimo igual a capitalismo; mucho menos igual a su "espíritu". El
capitalismo puede incluso identificarse con una morigeración, o al menos con un
atemperamiento racional de este impulso irracional. En todo caso, el
capitalismo se identifica con el anhelo de obtener una ganancia dentro del
marco de la continuidad y la racionalidad de la empresa capitalista; aspira a
una ganancia siempre renovada; a una "rentabilidad". Y aspira a ello
porque debe hacerlo. Dentro del orden capitalista del conjunto de la economía,
una empresa aislada que no se orientase por la posibilidad de obtener
rentabilidad estaría condenada a sucumbir. (..) la empresa capitalista y
también el empresario capitalista, como emprendedor permanente y no tan solo ocasional, son antiquísimos y estuvieron
universalmente difundidos en alto grado.
El empresario capitalista según Weber es antiquísimo |
universalmente difundidos en alto grado.
Max Weber |